¿Qué es el rectocele?
Un rectocele es un abultamiento de la pared anterior del recto, hacia la pared posterior de la vagina. Los rectoceles se deben generalmente al adelgazamiento del tabique rectovaginal (el tejido entre el recto y la vagina) y el debilitamiento de los músculos del suelo pélvico. Este es un defecto muy común, sin embargo, la mayoría de las mujeres no tienen síntomas. Puede haber otros órganos que protruyan hacia la apertura vaginal, incluyendo la vejiga (cistocele) y el intestino delgado (enterocele), dando lugar a síntomas similares.
¿Qué puede conducir a generar un rectocele?
Hay muchas cosas que pueden conducir al debilitamiento del suelo pélvico, originando un rectocele. Se incluyen factores como: parto vaginal, traumatismo durante el parto (parto con fórceps, desgarro en parto, episiotomía durante el parto), antecedentes de estreñimiento, historia de esfuerzo para defecar, y antecedentes de cirugías ginecológicas (histerectomía) o rectales.
¿Cuáles son los síntomas asociados al rectocele?
La mayoría de las personas con un pequeño rectocele no tienen síntomas, y frecuentemente se descubre durante un examen físico de rutina. Cuando el rectocele es grande, se presenta con un bulto visible en la vagina. Otros síntomas pueden incluir dificultad con la defecación, la necesidad de presionar contra la vagina y/o el espacio entre el recto y la vagina para tener pujo, el esfuerzo defecatorio, el estreñimiento, la necesidad de tener múltiples pujos a lo largo del día, y dolor rectal. Ocasionalmente, las deposiciones se quedan atascadas en la protuberancia del recto, por lo que es difícil tener evacuación intestinal. Los síntomas vaginales pueden incluir dolor en las relaciones sexuales (dispareunia), sangrado vaginal y sensación de vagina “ocupada”.
¿Cómo se puede diagnosticar un rectocele?
Un rectocele se puede encuentrar de forma incidental durante un examen físico por su médico. La evaluación de su gravedad, y su posible relación con los síntomas de estreñimiento, son difíciles de evaluar sólo con el examen físico. Otras pruebas pueden incluir el uso de un estudio especial con rayos X conocido como defecografía (material de contraste inculcado en el recto como un enema, seguido por imágenes de rayos X en vivo durante evacuación intestinal). Este estudio es muy específico y puede evaluar el tamaño del rectocele y la capacidad de evacuar completamente.
¿Cómo puede tratarse un rectocele?
Los rectoceles no se tratan meramente por su presencia, sino que sólo deben tratarse cuando están asociados a síntomas que interfieren con la calidad de vida. Antes de cualquier tratamiento, debe haber una evaluación minuciosa por su médico para evaluar si todos los síntomas pueden atribuirse a la presencia del rectocele. Hay opciones de tratamiento médico y quirúrgico para los rectoceles. La mayoría de los síntomas asociados a un rectocele se pueden resolver con el manejo médico, sin embargo, el tratamiento depende de la severidad de síntomas.
¿Cómo se puede tratar un rectocele sólo con el manejo médico?
Es muy importante tener una buena dieta para evitar el estreñimiento y el esfuerzo defecatorio. Una dieta alta en fibra, que consta de 25-30 gramos de fibra diaria, ayudará con este objetivo. Esto se puede lograr con un suplemento de fibra, cereales de alta fibra o barras de alta fibra. Además el aumento de ingesta de fibra, también es recomendable aumentar de la ingesta de agua (por lo general 6-8 vasos al día). Esto permitirá deposiciones blandas, que no requieren un esfuerzo defecatorio, reduciendo así su riesgo de tener un bulto palpable asociado a un rectocele. Otros tratamientos pueden incluir ejercicios de piso pélvico, tales como los ejercicios de Kegel (biofeedback), ablandadores de heces, y/o terapia de reemplazo hormonal. A veces, también es útil aplicar presión en la parte posterior de la vagina durante el pujo defecatorio.
¿Cómo se puede tratar un rectocele con tratamiento quirúrgico?
El tratamiento quirúrgico de los rectoceles sólo debe ser considerado cuando los síntomas continúan a pesar del tratamiento médico y los síntomas son lo suficientemente importantes como para interferir con las actividades de la vida diaria. Hay cirugías abdominales, rectales y vaginales que se pueden realizar para los rectoceles. La elección del procedimiento depende del tamaño del rectocele y sus síntomas asociados. La mayoría de las cirugías tienen como objetivo eliminar el tejido extra que se forma en el rectocele, y fortalecer la pared entre el recto y la vagina con el tejido circundante o usando una malla (parche). Los cirujanos colorrectales, así como el ginecólogo, son entrenados en el diagnóstico y tratamiento de esta condición. La tasa de éxito de la cirugía depende de los síntomas específicos y la duración de los mismos. Algunos de los riesgos de corrección quirúrgica del rectocele son la hemorragia, la infección y el dolor durante el coito (dispareunia), así como el riesgo de que el rectocele recurra o empeore.